En defensa de la abeja negra, la "Apis mellifera iberiensis"
Nuestra abeja negra autóctona es, sin duda, la abeja que mejor se adapta al medio
ambiente local.
- Es una abeja rústica y de gran vigor.
- Es resistente a las enfermedades y situaciones de stress.
- Es buena productora de miel y polen.
- Se reproduce rápidamente para aprovechar las floraciones y, así mismo, tiende a decrecer el nido en condiciones adversas.
- Hiberna con pocas abejas y consume, en consecuencia, muy pocas reservas.
La Apis mellifera iberiensis en peligro
En los últimos años existe una “moda” creciente en introducir abejas de otras subespecies, como la italiana, la cárnica o la caucásica, o híbridos comerciales como la Buckfast.
La razón es que estas abejas foráneas ofrecen unas cualidades que, a priori, podrían parecer mejores que las de la abeja negra local, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Estas abejas presentan una mayor mortandad por su menor adaptación al medio y a las situaciones adversas del clima y, también, son más vulnerables a las enfermedades y patologías que actualmente afectan a esta especie.
La lamentable consecuencia de estas prácticas es el gran riesgo de contaminación genética de la abeja negra ibérica autóctona.
¿Por qué se produce esta contaminación genética?
- a) Por las trashumancias apícolas procedentes de otros puntos de España, especialmente de grandes productores de Valencia y Tarragona, y también de Francia.
- b) Por la adquisición que hacen algunos apicultores, sobre todo las nuevas generaciones, de estas subespecies foráneas, atraídos por su fama de recolectoras y por los caracteres no tan deseados de la abeja local, como son la tendencia a la enjambrazón y el comportamiento defensivo.
¿Cómo se produce la contaminación genética?
Por el comportamiento reproductivo de la abeja: las reinas se aparean con zánganos a varios kilómetros a la redonda y es imposible evitar que se crucen zánganos de otras subespecies con las reinas ibéricas.
¿Qué consecuencias tiene la contaminación genética?
- La progresiva desaparición de la subespecie Apis mellifera iberiensis, nuestra abeja negra autóctona, lo cual ya ha ocurrido en otros países europeos.
- La pérdida de la biodiversidad natural y, por lo tanto, del ecosistema.